lunes, 16 de junio de 2008

HIPOTECA INVERSA

La crisis y la desconfianza hacen fracasar la hipoteca inversa

La fórmula pretende completar la pensión de los jubilados- Los bancos reconocen que "todavía falta desarrollo legal" para que este método se implante completamente- Los pensionistas continúan considerando su vivienda como el principal legado que dejar a sus hijos

JULIO DÍAZ DE ALDA . COLPISA. MADRID El Gobierno quiso el año pasado dar soporte legal a la hipoteca inversa, una fórmula ideada para que mayores de 65 años y los dependientes con casa propia pudieran complementar sus pensiones. La figura se sumó a la reforma hipotecaria de diciembre acompañada de algunas ventajas fiscales que, sin embargo, no convencieron a casi nadie.
Los registradores de la propiedad aseguran que estos contratos se pueden hoy contar "con los dedos de una mano", y los bancos reconocen que "aún falta desarrollo legal" y que los jubilados "siguen considerando su vivienda como el principal legado para sus hijos".

En España se tiene la conciencia de que quien tiene un piso tiene un tesoro. Por eso, los mayores se lo piensan muy mucho antes de hipotecar su casa para sacarle una renta que eleve su exigua pensión (la media ronda los 670 euros).

Hasta ahora -y a pesar de que las entidades financieras lo ofrecen ya de forma más o menos habitual, con un coste, eso sí, del 5% o del 6%-, las hipotecas inversas son sólo "testimoniales", como destaca Eugenio Rodríguez Cepeda, decano del Colegio de Registradores.

Al miedo a suscribir un crédito sobre el tesoro familiar, tal y como están los tipos de interés, se suman múltiples inconvenientes. El primero, la crisis que vive el mercado inmobiliario. Los precios de la casas no crecen como antaño y muchos auguran caídas notables en los próximos años. Y claro, no es de extrañar que bancos y cajas encarezcan un producto que no saben realmente cómo funcionará.

En principio, el contrato implica que el propietario pacta una renta mensual (o pagadera de una sola vez) por su casa para que cuando él muera sus herederos paguen directamente o vendan la casa para saldar la deuda.

Pero la cuestión no es tan fácil pues, como asegura uno de los responsables del Colegio de Registradores, "hasta que no nos muramos por decreto a una edad determinada no hay nada que hacer". Las entidades financieras reconocen que la incertidumbre sobre el deceso del beneficiario complica la operación.

Para solventar este inconveniente, algunas incluyen un seguro de rentas -que añade costes al producto- por si el cliente sobrevive al tiempo concertado. Y es que, si en los cincuenta la esperanza de vida era de 65 años, hoy supera los 80.

Todo un cúmulo de incertidumbres que pueden llevar a un patrimonio negativo o, lo que es lo mismo, que la deuda sea superior al valor del bien.

No hay comentarios: